Memoria histórica
Entrevista con Cástulo Anselmo Alejo Armenta y Gonzalo Inzunza Cervantes
(2da parte)
Melchor Inzunza y Andrés Montoya
Tercera parte
Excepción
–Andrés: Nadie quiso ser menos revolucionario.
–Gonzalo: Exacto. Había eso que les digo, de que no dejaban pensar a uno. Llegaban a imponerte las ideas. Yo creo que al Chicano (era el que nos coordinaba en ese momento) también le hacían lo mismo. Era una pirámide. Eso de andar armados, se nos hacía muy “chilo”, muchos de nosotros andábamos entre los dieciocho y veinte años.
Todos los volantes eran incendiarios. Excepto el del Parra que era uno de los que más carburaban. Eran más analíticos. Me acuerdo que el mío decía que había que asaltar patrullas, con todos los ingredientes militares, etc. Y dijeron: esto está bien. Este morro si es bueno. Es aventado. Yo me acuerdo que escribí porque creí que eso era necesario. Pero, también pensaba en la lucha de masas y otras formas abiertas. Pero no me atreví a decirlo por temor a no ser aceptado.
–Melchor: ¿Por qué, si en la Liga, en los enfermos, yo notaba una especie de moralismo a ultranza, no pistear, no ser mujeriego, etc., una especie de “moral comunista” llevada al extremo –en parte, para expiar los pecados de lumpen, del origen, como tu decías–, por qué, repito, ustedes aceptaban en la Liga a un “Karina”, sin prejuicio alguno por su homosexualidad abierta. A ver, ¿cómo explican eso?
–Gonzalo: Bueno, me acuerdo que uno de los compañeros dijo, a propósito de eso, en una ocasión: “un cabrón que es un desviado sexual, cómo va a tener una posición política correcta, seguramente va a ser un desviado político también. Yo le argumenté: “bueno, pero si ese chavo se incorpora bien a las actividades, es alumno de la preparatoria y miembro del comité de lucha, y cumple bien con las actividades como cualquier otro muchacho, que no fuera homosexual, por qué no aceptarlo. Finalmente se aceptó.
–Cástulo: Eras el machín de él. (Dice bromeando).
–Melchor: ¿Fue una excepción a la regla, o era cosa común?
–Cástulo: Era una excepción a la regla. Me acuerdo que nos visitó Elmer Gutiérrez, un chavo del centro, nos visitó varias veces. El dio la opinión de que una persona que no es estable emocionalmente, menos va a ser estable políticamente. En esos días pasó a ser comisionado en esta zona, David Corral García. Era del buró central y era de los más cercanos y creo que tuvo participación en el secuestro de Garza Sada. Era una persona con formación y trato muy maduro. Este compañero preguntó mucho por Sidar. En las pláticas contábamos anécdotas acerca de él (de Sidar); eso, yo creo, habla de que estos compañeros no estaban en una actitud cerrada, sino de que eran más o menos tolerantes. Y no se opusieron.
–Gonzalo: También, a pesar de que había cierto apoyo entre los estudiantes, se sentía un aislamiento. Entonces, mantener a Sidar, en ese sentido, era adquirir cierto apoyo entre los estudiantes. Pues, prácticamente, la guerrilla era una guerra entre la policía y los guerrilleros, al margen de las masas. El “Karina” era valioso como relación. Nosotros planteamos: ese cabrón no va a ser un militante, sino una relación política. Por ejemplo, su casa sirvió para que Cástulo viviera ahí. Como refugiado. Fue el único crimen que cometió Cástulo y no hubo sangre. (Se ríen todos).
–Andrés: ¿La actitud de la Liga ante los homosexuales y los que fumaban mariguana era la misma?
–Gonzalo: Producto del mismo aislamiento. Si mirábamos que el Greñas, por ejemplo, fumaba mota, pero nos daban su apoyo, su casa, los aceptábamos con cierto recelo. Porque la mariguana incluía el ser liberal etc. Pero como nosotros también nos la habíamos tronado, sabíamos que no era tan errado en realidad, para la creencia que había, que hay todavía. Nosotros no fumábamos porque andábamos armados y en un enfrentamiento era probable que en lugar de darle al blanco nos íbamos a dar a nosotros mismos.
–Cástulo: Hay que destacar que lo de Sidar tuvo seriedad (no es que salga en su defensa) porque lo detuvieron y a nadie le puso el dedo. Lo torturaron se portó más firme que otros. No dijo nada a pesar de que sí sabía.
–Gonzalo: Su detención demostró que nosotros teníamos razón. Por eso se le pidió al Sidar que hiciera esa carta.
Yo pasé a Los Mochis y allá tenía relación con paleteros, albañiles, sabatistas. Gente que nos ayudaba, aunque no fuera comunista. En casa de unos adventistas teníamos la imprenta por ejemplo. Al último, el “Karina” se retiró. Se sintió presionado tanto por la policía como por nosotros mismos.
Mandamiento
–Melchor: Cuenta, Cástulo, todo acerca de tu relación con el vendedor ambulante; la vez que te hirieron, etc.
–Cástulo: Yo quiero hacer un reconocimiento a la forma tan valiente y decidida que participaron gentes que teníamos como ‘relación’ (porque creo que cuando se tienen hijos y familia, se requiere para hacerlo en esa forma tan desinteresada como lo hicieron). Ese es el caso de Federico Higuera, que en su casa siempre nos recibía en forma solidaria. Cuando le pedíamos la camioneta nos la proporcionaba sin importarle para qué era. Sin embargo, nosotros no medíamos consecuencias. En su camioneta nos trasladábamos de un domicilio a otro, con mimeógrafos y otros enseres, lo que ocasionó su detención.
En ese traslado, el compañero que guió la camioneta ni siquiera sabía manejar bien. Arrancó la camioneta sin encender las luces, y al pasar frente a un banco ejidal o algo así, nos siguió una patrulla y al llegar al río, a punto de alcanzarnos, abandonamos la camioneta sin importarnos qué consecuencias iba a traer. Total que dimos la huida. Me metí en una casa. Salí por el otro lado de la cuadra disparando contra la policía y en la corrida me hirieron en una pierna, era cuando la policía no estaba tan maleada y usaba pistolas .22, muy chicas. La bala entró y salió sin entrar en hueso, ni nada de gravedad y seguí corriendo. Atravesé Guasave corriendo y, al hacerlo, pasé exactamente por el palacio de gobierno, donde está la policía. La policía investigó quién era el dueño de la camioneta e inmediatamente dio con Federico Higuera. Fue detenido y torturado, y no nos denunció, se portó firme, y todavía más, poco después caímos nosotros en la misma cárcel y no hubo ningún reclamo ni resentimiento. Lo consideró parte de la lucha. Como se decía. Queremos reconocer esto, como así lo consideramos entonces, como algunas de las cosas sensibles y nobles que se presentaron.
Así, también, tuvimos otros compañeros que, a pesar de que ellos no tenían ninguna experiencia política, eran vendedores ambulantes, con familia, hacían lo que les pedíamos. Teníamos un vendedor de naranjas. Un vendedor de relojes, y muchos más.
A todos ellos los llamábamos a hacer un mandado y lo hacían, y yo pienso que, hasta ahí, su contribución hubiera sido muy importante, y sin embargo le exigimos más, y dieron más. Quisimos juntarlos con la gente del campo y lo hicimos. Hicimos reuniones juntos y los conminamos a realizar acciones; repartir volantes, e incluso hacer ensayos de bombas molotov y de otro tipo, y asistieron. Fuimos hasta los extremos con esa gente, y nunca se vio una flaqueza, nada.
–Gonzalo: Yo creo que la policía nunca dio con nosotros hasta el final, porque en Guasave ha habido cierta tradición de lucha. Siempre ha habido movimientos en el campo. Creo, también, que por eso había cierto apoyo de la gente para nosotros.
En Guasave, en la Liga estuvimos haciendo actividad política constante. Cuando había una acción en Culiacán, nosotros también hacíamos algo allá.
–Melchor: En sus llamados documentos teóricos, no había más ruta que la de la Liga, ni más verdad que la suya, y seguros de saber todo y de ser los únicos revolucionarios, despreciaban a “los guerrilleros de Lucio Cabañas”, al “mediatizador reformista Salvador Allende”, y “al más grande traidor de América Latina, Fidel Castro”. Esto me recordaba aquella frase de Albert Camus: “Aquellos que pretenden saberlo todo y resolverlo todo acaban siempre por matar”. ¿Ustedes mataron en las acciones armadas?
–Cástulo: No, yo lo que recuerdo es ese enfrentamiento del campo que ya señalamos antes. Y, otro que tuvimos en una casa de seguridad.
–Melchor: ¿Cómo estuvo eso?
– Cástulo: Íbamos a hacer una reunión ya muy noche. Nos disponíamos a trasladar de una casa a otra unos utensilios, cobijas y otras cosas. Esto era muy sospechoso.
Teníamos que cruzar un arroyo y el panteón. Nos siguió una patrulla, y mientras avanzábamos yo tomé la iniciativa de meternos a una casa. Para despistar a la patrulla, llegamos saludando a la gente de la casa como si fuéramos viejos conocidos o familiares que llegaban de algún viaje. La gente se sorprendió pero siguió saludando y mientras lo hacían les explicamos: nos viene siguiendo la policía, nos ha tomado por sospechosos, pero no se espanten, no hay problema, nos vamos a salir por atrás. Los policías se sorprendieron, pero no se retiraron, sino que dieron la vuelta a la cuadra y la siguieron dando. Nosotros acordamos dar la retirada. Entonces, yo no sé si era cuestión de lo militar, pero, yo salí disparando; entonces, un policía –creo que no le di, sino que pensó que así era– empezó a gritar: “ay, ay, mamacita linda, me pegaron”; pero no murió, y yo dejé de disparar y salimos, nos fuimos, ya no pasó nada.
–Melchor: ¿No ejecutaron a nadie entonces?
–Gonzalo: No. ¿Te acuerdas, Cástulo, cuando íbamos a desarmar a aquel policía que nos dio lástima? Era un viejito velador. Llegué con peluca, disfrazado, con el pretexto de pedirle un cerillo y ya que lo vi muy viejito y que la pistola era muy antigua decidí mejor dejarlo. El “no matarás”, fue el único mandamiento que por suerte no violamos. Bueno, cuando al fin me detuvo la policía, traía una pistola pesada en una funda hecha de la piel de un conejo. ¿Y esto?, me preguntó un policía, al ver la funda con el arma. Pues eso, una pistola en la funda de un conejo que maté; fue lo único que pude matar, le dije. Era cierto. Y además, de chiripa, porque en vez de atinarle al blanco, en un entrenamiento, le di a ese conejo que andaba por ahí. Lo que me valió la felicitación del supervisor de la Liga, el bato creyó que lo había hecho a propósito.
–Melchor: Narren la experiencia de cómo fueron aprehendidos y su estancia en la cárcel.
–Gonzalo: Antes de eso hubo traslados de la Liga de Guasave a otras partes del estado y del país, debido a que en las prácticas militares que realizábamos hubo accidentes, y de compañeros que ya estaban muy quemados.
Las prácticas militares que hacíamos consistían en sacar la pistola con rapidez y apuntarse con ella, disque para acostumbrarse a ver un cañón de frente y no quedarse paralizado ante eso. Se exageraba tanto la cuestión militar, que en una reunión que tuvieron los compañeros, estaban esperando a Amador que era el único que faltaba, y al tocar la puerta, ese compañero que estuvo con Cástulo en el enfrentamiento la volvió a regar, y ahora que no debía disparar lo hizo e hirió a Amador en un hombro con una 45. Esto fue algo que nos metió en un problema porque los que estábamos ahí ninguno sabía siquiera primeros auxilios.
–Melchor: ¿Y por qué disparó?
–Cástulo: Es que teníamos la consigna de traer siempre la pistola con tiro montado con lo que se conoce como “seguro militar”. Al llegar Amador, le pidió que se identificara con la 45 en la mano y se le fue el tiro.
–Melchor: ¿No leyeron libros como La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo, de Lenin?
–Gonzalo: No. Leíamos el ¿Qué hacer? Nos daban una guía de estudio. Eran las lecturas que la Liga consideraba necesario que leyera todo militante. Nunca incluyó La enfermedad infantil, de Lenin.
– Melchor: Más que de Lenin, eran seguidores del camarada Pol Pot.
–Cástulo: Había la consigna de leer El capital, está cabrón, es una pendejada. Era tan restringida la libertad en la Liga que nos querían prohibir fumar. Se argumentaba que era una desviación burguesa y que en alguna correteada de la policía no íbamos a tener resistencia para correr. Eso se planteó a raíz del 16 de enero en que mucha gente dejó de fumar porque no la andaban haciendo (se ríe y se ríen todos).
Esas eran mamadas de los militaristas, aunque había gentes como por ejemplo Salas Obregón, que creo que en reuniones decía, “bueno, hay que echarnos unas dos o tres cervecitas para que les duela aquí a los milicos”, quería con ello, romper la rigidez y la idea de que una pinche cerveza es burguesa.
–Cástulo: (Dirigiéndose a Gonzalo) te acuerdas que usábamos bicicleta; tú sabes, Guasave es un pueblo bicicletero. Esta es una anécdota como para no dormirnos; resulta que una vez, Gonzalo llevaba al Chicano (esto fue en Mochis) y a otro en una bicicleta, por terracería y hubo un momento en que no pudo mantener el equilibrio cayeron a un charco (uno iba “clavado”); entonces se encabronó el Chicano y lo ubicó políticamente.
–Gonzalo: “Bueno, compañero, ya ubiqué el lugar, dijo, y esto puede deberse a una desviación pequeñoburguesa de Javier”. Nosotros en la cuestión de las casas de seguridad, teníamos una casa para vivir, otra para hacer reuniones y otra de alguna relación por si nos caía la chota en una tener donde dormir. Más o menos funcionaba la cuestión de la clandestinidad, prueba de ello es que no nos agarraron en ninguna casa, sino en acciones de la calle. Esa vez que llevaba al Chicano, lo llevaba a una cabañita que era precisamente para reuniones, si se quemaba no había tanto problema, pero, siempre había que cuidarla.
Entonces, el Chicano ubicó la región en donde estaba y dijo que eso lo íbamos a discutir posteriormente. Nosotros íbamos a reunirnos para analizar la configuración de clase y las condiciones de esa región. Al otro día se iba a ocupar esa posición mía. En ese momento me mandaron a mí a comprar unos atunes para cenar a una tiendita cercana. Sabían que iba a regresar a la cabaña, y tardé el tiempo indicado y al tocar la puerta digo la clave, pero al acudir a abrir la puerta se le sale un tiro al Chicano; y esa fue mi defensa, porque su actitud también era pequeñoburguesa y policiaca.
–Melchor: Cástulo, decías que algunos afirmaban: “si yo me desvío ajustícienme” y otras cosas; explícame esos rasgos de fanatismo.
–Cástulo: Eso fue promovido desde las esferas más altas de dirección. Se decía que la organización se fortalece depurándose. Esto fue cuando el caso del Cuestínculo. Se decía: la organización necesita fortalecerse, entonces, hay que detectar las posiciones pequeñoburguesas para depurarlas. Así, era una búsqueda innecesaria de posiciones oportunistas. Yo fui invitado para pasar a formar parte del comité regional, pero argumenté que no tenía el nivel. Asistí a una reunión nada más; consideraron mi opinión. Resulta que a la gente que era del comité regional la llamaron a una reunión con Ignacio Salas Obregón en la que tenían que hacer unos escritos manifestando su posición. De ahí varios salieron muy mal, muy mal; recuerdo el caso de Guerra Ochoa, que hizo un escrito y lo empezaron a ubicar de tal manera que a su regreso solo recogió sus chivas y se fue; otro fue Ángel Gutiérrez; casi todo mundo que fue de aquí. El documento era para buscar elementos, para buscar el deslinde. Pero ¿qué era eso para los militantes? ¿Cuál era su actitud? Todos decían yo no tengo ninguna culpa. Si yo tengo alguna culpa yo mismo pido mi ajusticiamiento.
–Melchor: Eso, por cierto, no es nuevo en la historia. Por eso es impresionante el izquierdismo en Sinaloa. Es la repetición casi exacta no solamente de los actos, sino de los planteamientos y hasta de las palabras. Todo este ambiente que predominó en la enfermedad en Sinaloa era el ambiente y la táctica que predominó en el estalinismo. Y les hacían lo mismo a sus víctimas: escriba su “confesión militante” y por cualquier frase que encontraban en ese escrito los condenaban. Decían: aquí se le escapó una frase que indicaba que representa intereses de tal sector o grupo y por ahí se le iban y lo chingaban, y todo eso devino en las grandes purgas.
–Cástulo: Al que le agarraron una frase fue a Ángel Gutiérrez; él daba una opinión y no la terminaba, dejaba inconclusa la idea; entonces, le preguntaron: ¿qué quieres decir con eso? Y no supo contestar y con eso tuvo.
– Melchor: ¿Para quién trabajas? Preguntaba el comisario. Para la revolución, contestaba el interpelado. Para el gobierno, corregía el comisario. Si hubiera dicho para el gobierno, el comisario hubiera corregido en sentido inverso. Se trataba de depurarlo. En alguna actitud estaba el germen de la desviación. Y además esto tenía una argumentación: nadie escapa a la lucha de clases, decían. Lo de los chinos, por ejemplo, fue una gran enfermedad. Como nada escapa a la lucha de clases, decía Mao, cualquier actitud tenía que representar algo. Tu posición tenía que obedecer al interés de alguna clase. Era lo mismo que ocurría en la Liga. Repeticiones de la historia.
–Cástulo: Era algo parecido. Me acuerdo que los escritos eran rápidamente censurados si no decían, lucha “político-militar”. Es decir, no podía separarse una cosa de la otra. El ingrediente que se había incluido era el ingrediente militar.
– Andrés: ¿y qué sienten ustedes cuando se habla mal de “Los enfermos”?
–Cástulo: Yo creo que no es correcto hablar de los enfermos como de una gente desviada, muy a la ligera, yo creo que fue un fenómeno, en el que se dieron casos de mucha consecuencia. Fueron, eso sí, un caso de desviación política. Yo pienso –coincido con otra gente que lo ha dicho– que tuvo su justificación moral en la represión; pienso que tal vez la izquierda en general, no supo dar una alternativa apropiada. Principalmente esos dos factores. Entonces, la enfermedad tuvo sus raíces, no fue algo que se trasplantó como otros fenómenos, sino algo que surgió precisamente de un movimiento (porque aquí tuvo características muy especiales, no fue como en otras partes del país). Aquí no se falsea la realidad cuando se dice que participaron contingentes –y así fue– en el campo y en el sector estudiantil. Que fue un movimiento que tronó, pues eso sí es cierto.
Yo no estoy de acuerdo cuando se dice que fue un movimiento de locos. Si fue un movimiento equivocado políticamente e históricamente.
–Andrés: ¿No coinciden en que fue un movimiento enfermo, entonces?
–Cástulo: Políticamente sí.
‘Masas’
–Melchor: Me interesa dilucidar una cosa: cuando se habla del movimiento enfermo, de la Liga aquí; cuando se dice que el movimiento de aquí fue el movimiento de masas (ya no digamos que el más importante). ¿Tú consideras que fue un movimiento de masas?
–Cástulo: Sí.
–Melchor: ¿Por qué?
– Cástulo: Porque participaron masas del sector estudiantil y campesino. Obreros agrícolas.
–Melchor: ¿Cómo se puede hablar de movimientos estudiantiles únicamente cuando los estudiantes se expresan como sector, cuando el movimiento estudiantil no tiene existencia si no es movimiento de masas, como sí lo fue el que sacó de la rectoría a Gonzalo Armienta? Y se dieron casos de alianzas del movimiento estudiantil con otros movimientos, lo que ya es otra cosa, ¿no?
– Gonzalo: Sí, un caso de esta famosa alianza: cuando la policía tiene cercado El Tajito, los estudiantes, en Culiacán, hacen una manifestación en la que rompen vidrios, saquean comercios, etc. La hacen las masas en forma multitudinaria que obliga, incluso, a la policía que está cercando El Tajito a desviar sus fuerzas para venir aquí a reprimir a los estudiantes. Los estudiantes ahí, prestaron a los campesinos una solidaridad muy afectiva porque la prestaron como movimiento, no como grupos estudiantiles.
– Melchor: Ahí tienes. ¿No vino el movimiento enfermo a quebrar un movimiento de masas muy importante que dirigía la FEUS, que dirigía a la mayoría de los estudiantes? Cuando se presenta el fenómeno de los enfermos, sus acciones dispersaron a los estudiantes, les quitó su organización, se la llevó a la clandestinidad. ¿No fue contrasentido que a una organización como la FEUS la hicieran pasar a la clandestinidad? ¿No les parece absurdo que una organización que dirigía un movimiento de masas se volviera clandestina? ¿Entonces, en dónde quedaron las masas, y cómo podían ser dirigidas desde la clandestinidad? ¿Con qué representatividad? La Co.Co. (Comisión Coordinadora de la FEUS) se va a la clandestinidad y los estudiantes ¿qué hacen, en qué participan? Desde octubre del ‘72 cuando la Co.Co. se va a la clandestinidad ya no se puede hablar de movimiento estudiantil, porque los estudiantes masivamente ya no se expresan en ningún lado. ¿No fue así?
–Gonzalo: (interrumpiendo a Melchor) al principio si fue un movimiento de masas el movimiento de los enfermos aquí.
– Melchor: Convengo en que los enfermos al principio son un movimiento que tiene influencia en las masas, sobre todo en los estudiantes de preparatoria, más que en otro sector. Porque incluso las escuelas profesionales se manifestaron en contra del movimiento enfermo. Pero el sector de preparatoria son los que se convierten en militantes de “Los enfermos”, gente activa, lo que se llamaban los activistas.
Los enfermos logran ganar influencia en este sector y con esa fuerza actúan. Imponen decisiones. Por ejemplo, cuando la comisión de estudiantes de la dirección de la FEUS fue a negociar con el gobierno y los transportistas, que fue el acuerdo mayoritario; en el momento en que los enfermos pierden la votación, se salen varios de ellos de la asamblea y dan de inmediato la orden de que empiecen a quemar camiones, violando el acuerdo de la FEUS. Hacían esto porque a pesar de que estaban en minoría, sabían que tenían fuerza en las preparatorias. Es como lo que ocurre ahora; nadie tiene la representación del movimiento estudiantil, sin embargo, los de las casas del estudiante imponen decisiones sobre el resto de los estudiantes, porque es el sector activo, aunque sean minoría, porque lo son. Sumados todos los estudiantes de todas las casas, son muchos menos que la totalidad de los estudiantes. Sin embargo, imponen decisiones a nombre del movimiento estudiantil. Como quien dice: minorías duras se imponen a mayorías blandas.
Eso pasó con los enfermos; por tener el apoyo de una minoría se arrogaron la representación de la mayoría, pero los resultados finales son que, cuando se van a la clandestinidad y sigue toda esta política de “Los enfermos”, no se expresa más la mayoría de los estudiantes, ni siquiera grandes contingentes, no se expresan.
–Gonzalo: Fue lo que pasó en Guasave, también, al principio se movían contingentes de estudiantes, ya, después que empezó la represión y las posiciones más aceleradas, ya las masas no jalaron, miraron cierta locura.
–Melchor: Quiero fastidiarlos. A ver, no puede hablarse en rigor de “Los enfermos” como de un movimiento de masas, sino que tuvieron influencia en ciertos sectores minoritarios de esas masas, incluso en los campesinos.
En el campo, por ejemplo, no me digas que tuvieron influencia de masas entre los campesinos, porque entonces si se hubiera hecho cuando menos una revuelta importante. Lo que tenían eran simpatías porque se trataba del sector más jodido de la sociedad que tiene simpatía por el que se les acerque. Iban los enfermos y con ellos tenían esa solidaridad moral y práctica a veces. Entonces, sospecho que dentro de los campesinos eran sectores muy minoritarios los que simpatizaban con los enfermos incluso en el caso de El Tajito.
–Gonzalo: Nosotros teníamos influencia en el sector agrícola, esporádicamente se incorporaban en las acciones que se hacían. No era un movimiento de masas permanente. Por eso no estoy de acuerdo en que se refiera a este movimiento como de masas. Las veces que se movilizaron los campesinos –como el 16 de enero– fue espontáneamente, no precisamente por que tuviéramos organizados a esos campesinos a través de nuestra política, sino porque la crisis misma del país los obliga a manifestarse en un momento determinado. A destruir parte de los empaques, y ahí mismo en el jolgorio manifestarse con coraje todos los campesinos. Me acuerdo que en una repartiza de volantes que hicimos una noche en el valle agrícola de Guasave, lo hicimos de noche porque estaba muy vigilado por el ejército y la policía. Dejamos por todos los surcos los volantes, y en la mañana al entrar a trabajar se los encontraron los cortadores y decidieron parar el trabajo, espontáneamente mientras leían los volantes. Esto lo cuento porque ahí andaba una brigada campesina nuestra que había ido a cortar algodón para ver cómo reaccionaba la gente. No hablaron porque no les convenía descubrirse.
–Melchor: Ni la Liga, como dicen algunos, que vino de fuera, ni la enfermedad que fue creada por ella. Ni creo tampoco como dice la versión según la cual a “Los enfermos” los habría creado la policía, que el mismo gobierno se encargó de infiltrarlo –hubo infiltraciones de agentes desde luego, pero no decidieron nada–. Lo que digo es que la singularidad de “Los enfermos” además de lo que te acabo de decir, estuvo y por eso prendió aquí, en que lograron influencia política en ciertos sectores; lo que la Liga no logró en ninguna parte del país, “Los enfermos” lo lograron aquí.
–Cástulo: Eso precisamente hizo que la Liga en un momento determinado se declarara enferma. Habían contraído el virus de los enfermos de Sinaloa.
–Melchor: Exacto. Era el bastión más fuerte de la Liga. Porque ella fue producto de elucubraciones teóricas y políticas. No nació de ningún movimiento de masas, como en el caso del movimiento de Genaro Vázquez, y por eso se mantuvo tanto tiempo. “Los enfermos” nacieron en un movimiento de masas. El movimiento estudiantil contra Armienta y todo eso. Nacieron en el seno de este movimiento pero lo perdieron y lo quebraron.
–Gonzalo: Habla un poco, Cástulo, del nacimiento de la Liga y cómo Los Enfermos se conectaron con esa organización.
–Cástulo: Desconozco los detalles al respecto porque eso era manejado a muy alto nivel, y nosotros éramos nada más activistas de la casa del estudiante y del comité de lucha de Química. Quienes tenían una relación directa eran los miembros de la Comisión Coordinadora de la FEUS. Pero sé que hubo gente de la Liga aquí que tuvieron entrevistas con Camilo, con Salinas. Que ya empezaba a circular el primer número de Madera, desde antes de que se fundara la Liga. Que hubo reuniones previas y que se llegó a la formación. Detalles, datos, fechas, no los conozco. Pero sí que algunas gentes de aquí tuvieron pláticas con los principales dirigentes fundando esa organización. Hubo discusión. La Liga discutió con los diferentes grupos armados. Hubo un escrito base, creo que el Madera uno, sobre ese documento base giró la discusión de las diferentes tendencias armadas y los diferentes grupos estudiantiles que se manifestaban. Entonces, la unión de ellos configuró la Liga Comunista.
–Gonzalo: Pero, a partir del rompimiento aquí, con lo del movimiento camionero, “Los enfermos” recibían ya consigna de la Liga, pero no era Liga todavía ya, sino Organización Partidaria.
–Melchor: Eso fue antes de la aparición de la Tesis de la Universidad fábrica. ¿La elaboró la Liga directamente?
–Cástulo: Si. La elaboró uno de Jalisco, el “Sebas” le decían. Era uno de los teóricos. Sí. Se llamaba la OP, en esas discusiones previas. Después, se llegó a la formación oficial de la Liga y se dio a conocer públicamente el 23 de Septiembre de 1974.
–Gonzalo: Es cierto lo que dice Melchor, de que “Los enfermos” de un movimiento de masas degeneró en un movimiento de grupo, nada más. Porque yo me acuerdo que me trasladaba a Los Mochis de manera espontánea, sin ningún contacto. Llegaba a rentar una casa y a buscar contacto con campesinos, con albañiles; porque a los albañiles los considerábamos de los avanzados de la clase obrera, y esa zona del Valle del fuerte donde está la cementera la considerábamos un punto estratégico, y empezamos a trabajar con ellos. Pero casi ni nos pelaban, les repartíamos volantes y alguno que otro que se incorporaba lo nucleábamos como miembro de la Liga, pero ni en la cementera de El fuerte, ni en Los Mochis con los obreros de la construcción, ni los ferrocarriles se dio movimiento de masas alguno. Ni siquiera en el ingenio, porque a lo más que llegábamos nosotros era a repartir volantes de la Liga ahí, y pues no teníamos ninguna respuesta de los trabajadores.
–Cástulo: Lo de masas, entonces, es relativo, depende de cómo se haga la comparación. Pero yo creo que en un principio sí se movieron contingentes. Lo que sí acepto es que el movimiento fue perdiendo base social, y esto fue precisamente porque se le llevó a una aventura. Hay un caso muy palpable. El 16 de enero se hicieron acciones simultáneas; hace el movimiento estudiantil una acción importante, unos seis mil se movilizaron. El movimiento de los obreros de la construcción paraliza las actividades en el INFONAVIT; para entonces, ya había un comité obrero que tenía células y ese comité dirigió a los albañiles. Ellos tomaron autobuses y en asamblea se planteó la actividad que se realizaría en el campo y se propone generalizar eso. Se van a Recursos Hidráulicos, y afortunadamente en el paso a desnivel de la carretera internacional aún no había soldados; creo que ahí desarman a un guardia nada más. En Recursos expropian todas las armas que por cierto todas eran potentes como para deshacer un riel. De ahí se van al centro de la ciudad y desafían a patrullas policiacas y gritan consignas. Sienten que están haciendo la revolución ahí. Se da la retirada al monte, se van y ahí entierran las armas y se dispersan.
En la dirección nacional se dijo que erróneamente se depusieron las armas en ese momento. Que en lugar de haberlas enterrado en el monte, lo que debió hacerse era aprovechar la vitalidad revolucionaria de las masas pues éstas no pidieron que se enterraran, sino que fue iniciativa de los dirigentes y lo que había que hacer era seguir expropiando y seguir ajusticiando policías. Eso era una aventura. Razón por la cual empezó a perder base social el movimiento enfermo. De ahí surgieron otras cosas importantes. Resulta que los compañeros del comité obrero cayeron a la cárcel, y por esas fechas ya estaba circulando un volante en el que la dirección nacional los consideraba unos pillos, precisamente por haber frustrado la “actividad creativa de las masas” como se decía entonces, casi nada más los estaban esperando en la cárcel para deslindarlos. Cayeron en la cárcel, y entonces Camilo y esa gente que los seguían ahí, “El aperturito” y otros, dan el deslinde con estos compañeros con base en ese escrito de la dirección nacional. Los consideran unos pillos y los deslindan.
Y no sólo los deslindan, sino como una “medida de seguridad para que no vayan a poner el dedo”, les ponen guardias ahí mismo en la cárcel. Es decir, estaban en la cárcel dentro de la cárcel. Llevaron a los extremos la disciplina impuesta por la Liga. Sencillamente, olvidar el jabón en el baño después de bañarse se consideraba una actitud pequeñoburguesa.
–Melchor: Algo más sobre el “movimiento de masas”. Con el movimiento de la Liga, aquí en Sinaloa, en ningún momento el gobierno se vio amenazado, mucho menos el sistema, el Estado en su conjunto. Para el gobierno fue problema simplemente policiaco. En relación con Sinaloa, que fue en donde el movimiento tuvo alguna influencia en algunos sectores, tampoco significó un peligro real ni para el gobierno de Valdez Montoya, mucho menos para la estructura política del país. Por el contrario, nosotros notamos tolerancia del gobierno en ciertos momentos hacia la actividad de los enfermos mientras estuvo enmarcada en la universidad, y, una vez que se fueron a hacer acciones como esas que ustedes señalan, fue cuando les dio en la madre. Y al parecer no le fue difícil hacerlo. El movimiento enfermo con toda su influencia en algunos sectores en Sinaloa, fue prácticamente eliminado en tiempo mínimo. ¿Cómo podía tratarse de un movimiento de masas realmente? Si lo hubiera sido no lo habrían acabado tan pronto.
–Cástulo: El aislamiento fue propio del movimiento enfermo. El desmembramiento se dio ya cuando el movimiento estaba aislado. En lo que insisto yo, Melchor, es en que en un principio, por meses, este movimiento sí tuvo apoyo de contingentes, que después fue perdiendo y fue presa de sus propias contradicciones, y así fue más fácil derrotarlo.
–Melchor: Por ejemplo, los movimientos de masas que se ha registrado en el estado que han hecho daño, porque todas las expropiaciones, la quema de camiones, el saqueo de comercios y todo lo que implicara “destruir al capital en todas sus ramas”, yo digo que apenas fue un leve rasguño al capitalismo. Como sí afectó de algún modo al capital y a los intereses del gobierno un movimiento de masas como el de 1969 de los colonos, o el del ‘70 y el ‘72 contra Armienta.
Estos movimientos realmente de masas afectaron verdaderamente a la política, cuando menos en la esfera del gobierno, lo obligaron a derogar un impuesto, y en el caso del gobierno federal, que fue obligado a quitar a un rector que fue impuesto como Armienta. En cambio, el movimiento enfermo no logró nada de esto. Por el contrario. Yo no sé si sea muy derechista afirmar que no solamente el movimiento enfermo y el de la Liga ya no sólo en Sinaloa, no afectaron en nada a las estructuras políticas y del sistema, sino que incluso ayudó a fortalecer a la derecha.
–Cástulo: Recuerdo que nos sentamos a discutir en la cárcel la forma más efectiva de educación de las masas y adoptamos lo que afirma Lenin, quien dice que a través de la denuncia. Pero, nosotros, ¿cómo hacer denuncias de hechos que estaban en boca de la gente si no estábamos presentes, si nos habíamos marginado? Bueno, entonces lo que debíamos de hacer era retornar a las masas. Participar en organizaciones políticas. Regresar de todo eso que fue el aislamiento de la clandestinidad, etc., retornar a las masas y participar en cosas concretas, hacer denuncias, que es la forma más efectiva de educación. Porque no podemos hacer una revolución si antes no educamos a la gente.
–Melchor: Yo hablé de resultados concretos y con esto no quiero decir, por tanto: los de la Liga eran de derecha, lo cual no es cierto. Es como aquellos que nos acusan dentro del PSUM a los que decimos que en la URSS no hay libertad, que hay represión, y, como la derecha dice lo mismo, ¡ah! entonces Melchor es de derecha. Es el mismo maniqueísmo. Por ejemplo, nosotros podemos estar a favor de la paz mundial o a favor de la vacuna contra el cáncer y una fascista también puede estarlo y eso no te hace fascista a ti porque coincidas con él.
–Cástulo: Hubo intento por retornar a las masas pero no cuajó bien. Después de pasar a la clandestinidad se dijo que había que tener representantes de masas, eso se planteó en un documento llamado La táctica, que hablaba de la organización. Se planteaba un esquema organizativo, pero que los comités debían ser electos democráticamente. Sin embargo, los que se siguieron manifestando fueron los activos.
–Gonzalo: Oye, Cástulo, pero, a raíz de estos movimientos que “Los enfermos” hicimos aquí en Sinaloa, hay que señalar cómo las consignas de la Liga fueron degenerando. Sin analizar las condiciones concretas, el primero de mayo se llamó a la “guerra civil revolucionaria”, y antes de eso, el 16 de enero de 1974, la Liga había convocado a la “insurrección general”; después se lanzó otra consigna que no recuerdo. Pero en ese primero de mayo de 1974 se proclamó: “levantemos en alto la bandera de la guerra civil revolucionaria” a nivel nacional. En mi caso, en Los Mochis, en donde ya teníamos contacto con obreros, habíamos ubicado un centro de trabajo; repartimos ese documento, pero pura madre quisimos proclamar nada. Repartimos el documento y huimos porque no podíamos hacer un mitin. Se trataba de hacer otro 16 de enero pero a nivel nacional; levantar el mayor contingente de trabajadores y llamarlos a la “guerra civil revolucionaria”, a saquear comercios, tomar palacios, etc.; pero era una locura de la dirección nacional porque no analizaba las condiciones de cada región. Los dirigentes de la Liga hacían ese llamado general, como si hubiera una gran agitación en todas partes, cuando los únicos agitados eran ellos. Eso llevó a una represión nacional por parte del gobierno y fue cuando cayeron dirigentes en todos lados. Y fue cuando la Liga de desmembró porque cayó bastante gente, porque muchos hicieron mítines y lanzaron la consigna como se había ordenado.
–Cástulo: Cuando los obreros preguntaban: ¿a la guerra?, ¿cómo, cuándo, con qué armas?, nosotros les decíamos que estábamos en la primera etapa, pero que había que generalizarla.
–Gonzalo: Parece ser que se hizo cronológicamente, con fechas, por ejemplo, hoy 16 de enero, vamos a llamar a la insurrección, el primero de mayo a la guerra civil, y para agosto ya nos aventamos la revolución y para septiembre ya vencimos a la burguesía de este país, como algo inexorable. Después de ese llamado hubo muchas detenciones y ya no hubo más, porque se empezó a reconsiderar si la consigna de la toma del poder era permanente. Pero, por ejemplo, yo como militante ya empezaba a dudar, miraba cierta locura porque no se ubicaba la acción en las condiciones reales, concretas y objetivas. Aquí, aquello del análisis concreto de la situación concreta, saltaba por los aires. Decíamos, pero aquí en la cementera de El Fuerte, cómo vamos a hacer esto.
Fue cuando empezamos a tener reuniones con coordinadores y a cuestionar a la dirección. Dábamos la información de que los obreros no nos pelaban y les preguntábamos qué hacemos entonces. A raíz de estas acciones empezaron las escisiones a nivel nacional. Yo pienso que la dirección nacional, con Salas Obregón a la cabeza, estaba alucinada. ¿Cómo la ves tú, Cástulo?
–Cástulo: Yo pienso que fue un momento culminante de la desviación y que se manifestó en choque con la realidad al hacer ese llamado. El golpe fue fuerte. No pegó la consigna, hubo un rechazo de los trabajadores.
–Melchor: A mí me da la impresión de que el gobierno lo tuvo todo controlado, como que no tuvo necesidad siquiera de pedirle ayuda al ejército como institución, todo lo redujo a un problema de policía.
–Gonzalo: No sé, pero, para estas fechas la Liga ya estaba bien infiltrada, de tal manera que muchos de los que llamaron a la insurrección general eran provocadores. Y lo hicieron precisamente para provocar muertes entre los obreros y dispersión del movimiento. Creo que otros muchos no caímos en esa táctica. La única revolución que empezó enseguida, fue dentro de la Liga; mucha gente empezó a plantear reducir las cuestiones militares y volver al movimiento de masas y, ahí, también, empezaron las escisiones; por cierto, los últimos en escindirse fueron los enfermos de Sinaloa.
–Melchor: Yo me pongo a pensar, Cástulo; cuando un movimiento cualquiera que este sea pone en peligro al gobierno o en jaque, o siquiera que constituya problema grave para él, entonces manda al ejército a reprimir, no basta la policía, eso ocurrió en 1968, en este movimiento no le bastaba la policía para contenerlo, entonces tuvo que mandar al ejército, no tuvo otra salida. El ejército es el último recurso. A la Liga, creo, no la derrotó solamente la represión sino sus acciones enloquecidas, sus contradicciones internas, sus famosos deslindes, escisiones y ejecuciones.
Pero ¿por qué no nos narran cómo fueron aprehendidos, su experiencia en la cárcel y eso de que después de la muerte de Guevara, empezaron a hablar de nuevos ajusticiamientos?
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