El Poder: Su Naturaleza y Formas de Ejercerlo.
Jesús Ernesto Alcaraz Viedas.
El poder siempre tendrá conexión con lo social. Uno y otro, son consustanciales. No puede concebirse en forma aislada. Debe estar vinculado con el grupo social. El poder, atiende los requerimientos sociales y guarda el orden público. Y si el poder se manifiesta en las relaciones sociales, una sociedad no puede existir sin el poder…pues viviría en la anarquía. Toda sociedad necesita reglas mínimas de convivencia y de regulación en el desarrollo de las diversas actividades productivas. Pero ese poder debe darle la energía que las impulse. El binomio poder –grupo social, permite saber convivir entre diferentes. La anarquía nunca será una posibilidad efectiva.
Pero esa relación entre grupo social y poder, no puede plantearse como la antítesis libertad–autoridad. El grupo social debe entender que el poder es necesario para construir el orden. Y la libertad no es posible, si de él se carece. Es decir, lo social y el poder, se implican recíprocamente. Una sociedad sin gobierno, no puede existir. Lo dijo Aristóteles: “el hombre es un ser político”, pero igual se entiende, que es un ser social. El poder es algo tan natural y necesario como el vivir en sociedad. Quién otorga el poder, son los demás que en sociedad conviven. Y en la medida que responda el poder a los intereses de los demás, se incrementará o se diluirá.
Si la acepción o significado original de poder es «quien es capaz en sí”, vale preguntarse, ¿qué es el poder? Para Max Weber, poder es «la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad». Así distingue entre poder y dominación. O sea, que un mandato deba ser obedecido y que alguien mande eficazmente a otro. O como precisaba el filósofo francés Paul Michel Foucault, de que “el poder parte de todos los ámbitos de la sociedad”. Y si quien ostenta el poder “es capaz en sí” se valoraría en la manera en que lo ejerce. Y para la forma de estructurarlo, está la política, y los políticos, la manera en que debiera ejercerse.
Decía Platón, que la política es el arte de gobernar a los hombres con su consentimiento. Que el político es quien conoce ese difícil arte. Pero que ese Arte de gobernar por la fuerza, no es política…Es Tiranía. Y agregaba: “Los políticos deben no sólo convencer, sino forzar a sus ciudadanos a ser mejores” Que es esta la única misión de un buen ciudadano”. Pero tenemos un quejumbroso presidente que no gobierna para todos, que es selectivo, y se siente atraído por la coacción y el clientelismo electoral a través de sus programas sociales. Y no ha podido demostrar que cuenta con el arte de saber gobernar.
Y el Buen Gobierno requiere de acciones concretas en el mejoramiento de la justicia, la lucha contra la corrupción, la observancia de los derechos humanos, la preservación del medio ambiente y la protección a la ciudadanía. Pero igual, deben prevalecer los valores de transparencia en toda acción de gobierno y responsabilidad en el desempeño colectivo de los servidores públicos.
El pueblo lo elige, y éste, asume compromisos con la comunidad. Pero en México sucede que la política se degrada cada vez más. El gobierno desatiende a la ciudadanía, la confronta, y reniega que mejoren sus condiciones de vida y superación académica. Ese sector está asentado en las Clases Medias mexicanas, a las que el presidente los considera egoístas, inhumanos, hipócritas… Se niega a que los ciudadanos mejoren su calidad de vida y condenarlos a una ideología de austeridad que llegue a la “pobreza franciscana”.
La política del gobierno de López Obrador no es persuadir a que el mexicano sea mejor, los conmina a vivir en la “pobreza franciscana”, cuando lo que desean es satisfacer las necesidades que la vida moderna les ofrece…y obliga. La mejora social no está en la prioridad del gobierno.
El panorama económico en México
Se han estado manejando cifras alegres del crecimiento económico en México, pero falta conocer los efectos de la situación recesiva en Estados Unidos y qué profundidad tendrá. Por lo pronto, el INEGI dio a conocer apenas el 18 de noviembre pasado que la actividad económica creció en el mes de octubre a una tasa anual de 5 por ciento. Sorpresa. Porque incluso, la Secretaría de Hacienda estimó un crecimiento de 2.4 por ciento. Incluso se ha llegado a pronosticar que el año terminará con un crecimiento de 3 por ciento.
Pero para 2023, a nivel mundial, la actividad económica se encamina hacia una desaceleración. Un ejercicio realizado por EL CEO apunta a que el PIB de México anote un crecimiento de 2.0% para este año, y se desacelere a 1.3%, en 2023. ¿Y la inflación? Que ya se venció, como con la pandemia. Pero no lo crea. Cifras contrarias revelan que las mercancías alimenticias y los productos agropecuarios acumulan una inflación cercana o superior a 14 por ciento anual en México. La inflación en alimentos sigue en niveles muy altos y lesiona la economía familiar. Y preocupa saber, en qué medida afectará en los precios y servicios en el país, la inflación en Estados Unidos. Por eso no es adecuado pensar que la inflación esté controlada, por más acuerdos de colaboración y responsabilidad compartida tomen el gobierno y el empresariado mexicano.
Días atrás, el IMSS dio a conocer la creación de empleo formal en octubre, cuyas cifras hablan de un récord histórico en la generación de nuevos puestos de trabajo en el sector formal. Y que el salario promedio – hasta el mes de octubre – fue de alrededor de 14 mil 400 pesos. Aceptemos que el crecimiento laboral fue de 11.1 por ciento, pero si al crecimiento salarial se le descuenta el impacto inflacionario del orden de 8.5 por ciento, daría que el crecimiento real de los salarios fue de 2.4 por ciento anual. Luego señala el gobierno que hay evidencias que señalan que el empuje del mercado interno está creciendo de manera firme. Pero la percepción en los hogares es otra. Las familias siguen resintiendo la carestía porque el dinero no les alcanza debido a la elevada inflación.
Además, según cifras del INEGI, el incremento de precios de las mercancías alimentarias es de alrededor del 14 por ciento, mucho más alta que la inflación promedio y que los incrementos salariales del trabajador formal. Así, por más que haya un buen desempeño de la economía, no ha sido suficiente para mejorar sus niveles de vida de la población.
Los consumidores tienen muy claro que, aunque se den visos de mejora económica, sobre todo después de la pandemia, el déficit social se agrava. Y si le agregamos que ya hay preocupación por la escasa inversión extranjera directa, y que el empresariado mexicano está más abocado a mantener específico status económico y financiero por no encontrar el apoyo del gobierno, el crecimiento económico y la generación de empleos tendrán poco desarrollo.
Pero hay un diagnóstico preocupante de que México sufra para 2023, una desaceleración económica, lo que traería consigo una seria afectación en los ingresos de las familias mexicanas. Se encarecería la producción de bienes y servicios debido a la imparable inflación, y provocaría un severo desequilibrio económico: “Se reducirían las ventas al exterior, y no sería justo que los consumidores amortigüen la caída en los ingresos de las empresas”. Además, la paridad peso-dólar se vería perjudicada si se debilitan las remesas, la exportación y la inversión extranjera. Y mucho tiene que ver en esto, la forma en que se resuelven las consultas en materia energética del Tratado trilateral Estados Unidos, México y Canadá. Eso argumentan los economistas y expertos en el tema.
Lógico sería, ante estas advertencias nada positivas, que el gobierno tomara medida para mitigar esos efectos. Pero si bien, para 2023, se incrementará el gasto, según el Presupuesto de Egresos en un 13 por ciento, lo real es que, en las tareas destinadas a incentivar el comercio, estos se han disminuido. Y, en el análisis financiero, se cuenta que será difícil que los ingresos del gobierno sean los proyectados, debido a la caída de 12 por ciento en el precio del petróleo. De ser así, la cuesta de enero será difícil sobrellevar, y 2023 podría convertirse en un año económicamente difícil.
La inseguridad pública en México
En la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) de junio de 2022, el 67.4 % de la población de 18 años y más consideró inseguro vivir en su ciudad. Este porcentaje representa un aumento estadísticamente significativo1 con relación al porcentaje registrado en marzo de 2022, que fue de 66.2 por ciento. De similar manera, el 72.9 % de las mujeres y el 60.9 % de los hombres consideraron que es inseguro vivir en su ciudad.
La inseguridad invade todos los ámbitos sociales, fundamentalmente la intranquilidad y agobio de las familias. La delincuencia lo permea todo. Ningún escenario está exento de figurar en los planes de inseguridad. Pero lo que más la define son la violencia y la criminalidad. Octubre 2022, está considerado, con cifras en mano, como el mes más violento del año y uno de los más violentos del año: Casi 2 mil 800 homicidios y el incremento imparable de extorsión, feminicidios, robos de automóviles y secuestros.
Tenemos un Estado débil y vulnerable, que está enfrentando no sólo la seguridad pública, sino la seguridad interior y nacional. Tres casos lo ejemplifican: el hackeo de los “servidores” que resultados ineficiencias para impedir que se obtuviera información de varias instancias de gobierno. Que el de mayor impacto fue el atentado cibernético a la Secretaría de la Defensa Nacional.
Luego el grave robo de información a la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes. El sistema de seguridad interior, no está protegido. Ha demostrado ser vulnerable ante cualquier ataque cibernético. Y todo, porque la política de austeridad del gobierno federal ha impedido la renovación y compra de equipo acordes a la actualizada tecnología de punta. Ello nos indica la vulnerabilidad que padece las instancias administrativas del gobierno federal. Y esta fue la justificación del gobierno. “No fue un hackeo. No se trató de ningún acto terrorista. Fueron delincuentes comunes que pensando robar cables de cobre, se llevaron cables de fibra óptica. Tampoco fue por una falla en el sistema”.
Pero, ¿y la seguridad al interior de las oficinas de gobierno? ¿Y la protección obligada a todo sistema de información clasificada del Estado? Así, muchos eventos violentos, dolosos y dolorosos han puesto al descubierto la vulnerabilidad del Estado en su seguridad interna y pública. Ya parece que la violencia, la criminalidad que pone en riesgo la seguridad de los mexicanos, ni tienen catálogo ni dimensiones para el delito.
Desde los más simples, hasta los más complejos los delitos son cotidianos. A muchos les parece una anécdota más de la inseguridad cotidiana, pero, en realidad, es un síntoma de la debilidad y vulnerabilidad del Estado en éste y en muchos otros ámbitos. Y todo, porque no hay voluntad ni recursos para fortalecer al Estado. Todo se va en vigorizar al gobierno. Puede haber muchas causas para el incremento de la violencia y la inseguridad, pero un dato es duro: “cuanto más aumenta la polarización, más crecen también la falta de control, así como los índices delictivos”.
Y ante la preocupación social, la Coparmex ofreció una propuesta para proteger a la sociedad de la delincuencia organizada, no sin antes reconocer que la violencia e inseguridad, no es exclusiva de México. Sin embargo, aduce “que el gasto destinado a la seguridad de México, propuesto en el Paquete Económico para 2023, es poco realista”. “Que no se apega a lo que vive la nación”, basado en los datos alarmantes que ofrece el INEGI a través de una Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE), superiores comparativamente con el año anterior. Van las cifras: “Se trata de 22 millones de personas mayores de 18 años, quienes fueron víctimas de algún delito, significa que 24 de cada 100 personas fueron víctimas de un delito”.
Para luego expresar, que “casi uno de cada tres hogares un integrante fue víctima de un delito, superior a los datos del año anterior. Y remata diciendo, que, en el país, “la inseguridad está realmente en niveles que deben preocuparnos y ocuparnos a todos”. Y reiteró que el gasto para seguridad pública propuesta, es “poco realista”, que “no está apegado a la realidad que enfrenta el país y la realidad es justo este grave problema de la inseguridad y del crecimiento de la violencia”. Cuestionan que si bien es cierto el gasto programado si refleja un aumento, pero que se concentra un incremento de 16 por ciento, pero suscrito a la Secretaría de la Defensa Nacional. Lo que da a entender, la inoperancia y desinterés por la Guardia Nacional y por las policías estatales y municipales que operan en las entidades del país.
Por ejemplo, para la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, el aumento del presupuesto es solo del 1 por ciento”. Y recrimina “este gasto seguramente estará destinado a la construcción de los proyectos emblemáticos y no a lo que es prioridad para las familias”. La verdad, lo que ocurre con el gobierno ante la inseguridad es muy fácil deducir: el gobierno está pasmado. O extraviado en sus ideas, lo llevó a proponer: “Abrazos, no balazos”. O de plano, el burocratismo, las erróneas concepciones o los intereses creados lo tienen en esa postración. Quizás la sociedad no lo entienda, pero sí lo comprende el crimen organizado, que, ante puertas abiertas, actúan con toda libertad.
Desde que se creó la Guardia Nacional se advirtió lo difícil que sería, que un civil, como el entonces Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, pudiera ejercer el mando civil por encima de las fuerzas armadas. Pero por lo que se supusiera o se haya decidido, la Guardia Nacional no descifra ninguna estrategia de cómo parar la violencia. Y ésta, “galopa a paso tendido” por las praderas mexicanas.
Los estados del país, con el Síndrome del Obradorismo
El usar este precepto, no es mi intención ligarlo con una enfermedad, además que su descripción tiene múltiples opciones de interpretación y destino. Pero sí es válido adoptarlo como lo indica el diccionario. Síndrome significa: “Conjunto de fenómenos que concurren unos con otros y que caracterizan una determinada situación”. Pues sí, por el ejemplo del presidente, los Gobernadores de Morena asumen sus mismas tácticas, dichos y respuestas simplistas a planteamientos serios. Y cómo transformar, es innovar, siguen, al igual que el presidente, perdidos en su quehacer de gobierno, sin decisiones propias a tomar y sujeto a indicaciones del gobierno central.
Las elecciones para gobernador, las ganó Rubén Rocha Moya con margen suficiente para legitimarse, pero en un accidentado proceso electoral con visos de alta criminalidad. Pero a ello hay que darle vuelta a la página, como le dieron la vuelta las autoridades de procuración de justicia al no resolver los graves actos delictivos cometidos. Sinaloa, es un estado de alta productividad que está padeciendo un estancamiento debido a los casi nulos compromisos y estímulos del gobierno hacia los productores agrícolas. La desatención a los empresarios para estimular el crecimiento luego de la baja productividad derivada por la Pandemia Covid19. Ninguno de los dos sectores tuvo respuesta.
Así su significativa y elevada competitividad productiva ha ido a la baja, los productores agrícolas reclaman el apoyo del gobierno sin recibir respuestas claras, pero sí cuestionables y criticados criterios del encargado del despacho. Y si se sigue siendo de los primeros en el ámbito nacional, es porque los demás estados están sujetos al mismo rasero presupuestal y motivacional. En sí, al campo lo abandonó el gobierno y a los empresarios, también. Una decisión desidiosa que no es exclusiva de la actual administración federal. Pero sí, su desinterés por el campo es más preocupante que los que ofrecieron sus antecesores.
El gobierno del Estado no tiene recursos suficientes para infraestructura urbana que mejore los servicios públicos. Y el crecimiento económico de la inversión privada nacional y extranjera, reduce los puestos laborales. Y sin presupuesto ni obras federales en el Estado, al gobernador Rocha sólo le queda “rascarse con sus uñas”. Y si “lo deseable” en campaña era importante para él, como gobernador, sólo hará lo que le “sea posible”.
Rocha Moya tuvo un inicio de gobierno plagado de conflictos en su gabinete. Incluso, desde el proceso interno para elegir candidato. Jesús Estrada Ferreiro, alcalde en ese entonces de Culiacán, Luis Guillermo Benítez, con el mismo cargo en Mazatlán y Héctor Melesio Cuén Ojeda, líder moral del PAS, la pelearon palmo a palmo y con golpes políticos de todo calibre. Dicen, que Rocha, impulsado por el senador Ricardo Monreal, pero con fuerte afecto en el presidente, que le concedió la candidatura por el PRD, siendo AMLO su presidente, por allá en 1986.
Pero los alcaldes de ese momento, se ufanaban de la gran cercanía y afecto del presidente López Obrador. Todo ello descompuso el proceso y violentó el discurso y los señalamientos contra Rocha fueron en aumento. Finalmente, desde el Centro se encausó el proceso: Estada y Benítez, serían candidatos a reelegirse. Y Cuén, sería incorporado al gobierno en calidad de Secretario de Salud. Sin embargo, el posible acuerdo político lo desatendieron Estrada y Benítez y sufrieron las consecuencias; salieron de la presidencia. Estrada Ferreiro desaforado y Benítez Torres, incorporado al gabinete, como Secretario de Turismo.
Rocha, mostró su temple y su carácter de mandatario estatal. Pero su enérgica autoridad no la ejerció a cabalidad: Se dice, que, por intervención o indicaciones de funcionarios de primer nivel, se vio orillado a suavizar su decisión de poner orden en sus estructuras y precisar su poder de decisión. Hasta ahorita todo en calma. Temeroso aún, Estrada Ferreiro trae a cuestas acusaciones que le obligó a bajar el volumen y frecuencia a sus arrebatos contra el gobernador. El “Químico” Benítez, disciplinado, pues todavía tiene en su contra una averiguación judicial que resolver. Y Melesio Cuén, libre de todo compromiso con el gobernador, después de ser suspendido como Secretario de Salud, se ha alineado con el precandidato presidencial, Adán Augusto López, Secretario de Gobernación.
Lo extraño es la interminable remoción de funcionarios en el gobierno del Estado. O es muy exigente el gobernador en los resultados de sus subalternos o escogió mal a sus colaboradores. Pero, sin duda, en algunos cambios se vio obligado por compromisos políticos con la estructura opositora. Hay panistas, priistas, pasistas, perredistas…Como si fuera un Gobierno de Coalición.
Pero tiene, igual fieles seguidores que críticos exigentes. La Coparmex se lo mandó decir: “Sinaloa se encuentra sin rumbo, nulo desarrollo económico, sólo el 8 por ciento de transparencia en licitaciones de obras públicas, mínima reducción en homicidios y delitos de alto impacto”. A ello, el gobernador se “sinceró” y dijo en su “Primer Informe de Gobierno”:
“No todo lo que hizo el PRI está mal, hay muchas cosas buenas que se hicieron”. Lo preocupante es que esta percepción de un “Sinaloa Sin Rumbo” la comparten empresarios, productores agrícolas, comerciantes. Pero es el inicio de una confrontación de intereses y mezquindades políticas. Se espera sea mejor el próximo año de 2023.
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