Revista del Pensamiento Político

politeia 97

Números y Política

DEBATE

Obrador al principio

La comentocracia se dio cuenta del humor de perros que se apoderó de Obrador en estos últimos días. La iracundia del señor no es un tema banal puesto que se trata del mismísimo presidente de México. El tono burlón, el gesto sobrado que toma cuando aborda el tema de sus odiados conservadores, los ha sustituido por arrebatos verbales en contra de sus adversarios junto con las consabidas condenas a todos y cada uno de los personajes de la política y de los medios que no sólo no comparten sus ideas por el México que delira, sino que critican con datos objetivos las equivocadas y costosas acciones que toma su gobierno.

Si algo no tolera Obrador es que le digan que hace mal las cosas. Quien se atreva a hacerlo será víctima, desde el púlpito que monta cada mañana, de sus vituperios y descalificaciones, además del juicio sumario que le hace culpable sin cargo alguno a no ser de uno cualquiera de los que acostumbra a endilgar a los mexicanos que no piensan como él.

Mi fuerte no es la venganza ha repetido miles de veces, seguro espera le crean solo por ese hecho. Bien entrenado para distorsionar las verdades, repite, satura y desinforma con una retórica torcida que solamente sus fieles le aceptan y aplauden. Por temor a la venganza algunos políticos se han ido del país y otros ya han caído en la cárcel, por venganza ciertos empresarios han visto frustrados sus planes de negocio y otros desisten de iniciar nuevos proyectos, por temor a ese resentimiento algunos periodistas han tenido que reforzar sus círculos de seguridad. La intolerancia de Obrador va in crescendo en la medida que acaba su sexenio.

La credulidad ingenua fue el gran valor, la palabra sin la razón era su principal herramienta persuasiva, nada había que demostrar puesto que con su voz era suficiente. Desde el inicio supo que no a cualquier auditorio iba a engatusar, de ahí que su impostura verbal la dirigiera al “pueblo bueno”, realidad existente, masiva, necesitada, en pobreza material como espiritual, aunque religiosa, siempre en espera de una mano que le ayude, presta a ser banco de votos y reserva de gente para llenar auditorios, marchas y demás jolgorios en los que escucharán música popular, discursos y promesas de un futuro menos ingrato. Antes de tener su partido propio, Obrador ya sabía de esa manipulación, simplemente la repitió aún más personalizada.

Con las técnicas de propaganda, repetir, saturar y desinformar (sus otros datos) hizo su estilo de gobierno. El bla, bla mañanero dio marco a sus acciones de gobierno hasta el día de hoy y lo seguirá siendo para promover un clima electoral que favorezca a quién será su candidato a la presidencia de la república el año que viene, sin que le preocupe un carajo si transgrede la ley. No importa tanto saber por cuál de las corcholatas optará para que su indescifrable cuarta transformación se mantenga en el siguiente sexenio, sea cual fuere su decisión desde ya muestra interés por mantener el control político sobre quién será nombrado por él.

Obrador se encuentra activando en las etapas previas del proceso electoral. Sus prosélitos, incluidas las corcholatas, se encuentran en una campaña para elegir una coordinación de algo en Morena, mera simulación con la que pretenden encubrir la ilegalidad e ilegitimidad del dedazo con el que Obrador designará a su candidato presidencial para el 2024. La siguiente fase, legalmente enmarcada, se dará en un escenario menos controlado por el obradorismo, pero desde ahora va perfilando su derrotero definitivo en el que la presencia de Obrador no va a faltar, sea legal o ilegal.

Ahorita y seguro hacia delante la proyección de actores y roles no es suficientemente clara, los traslapes de formalidades y realidades obligan a separar unas de otras para interpretar correctamente lo que estamos observando. Una cosa es saber que las contiendas electorales se dan entre partidos y candidatos y otra poder verificar si esto se cumple en el presente caso, ¿en realidad a quién se enfrentarán los candidatos de oposición, a una corcholata o a López Obrador? ¿Si fuera a las corcholatas por qué el debate político sobre las elecciones tiene a Obrador como polemista central y no a cualquiera de los morenistas o aliados que aspiran a suceder a su jefe político? ¿Si la ley no permite que un servidor público alguno haga política electoral, a qué se debe que Obrador la hace directa o embozadamente? Esta es la realidad, aunque la formalidad diga otra cosa.

La claridad con que se perciben las decisiones de Obrador sobre el activismo de Morena rumbo al cambio electoral del próximo año, no se observa en el frente opositor social y partidista que disputa el poder político a Morena. Las movilizaciones ciudadanas que se han realizado con mucho éxito, el camino escarpado que siguen los partidos en busca de su recuperación y el entendimiento básico que ambos sectores han logrado para reunir objetivos y fuerzas hacia el 24, abren la posibilidad de que la ideología retrograda de López Obrador no siga pautando las políticas del Estado mexicano. No solo es esperanza lo que mejor caracteriza el esfuerzo de unidad y tolerancia que sociedad y partidos llevan a cabo, es casi una obligación que ciudadanos responsables, partidistas o no, han tomado para que México recupere un clima de estabilidad que coadyuve a que cada sector, gremio social y ente cultural pueda alcanzar sus legítimos intereses.

Numeralia electoral

Como es sabido, la fuerza política de López Obrador le llevó a la cumbre del poder en las elecciones presidenciales de 2018, tercera vez que contendía por ese cargo, las dos primeras con la cobertura del PRD y la última bajo las siglas de Morena con el respaldo de otros partidos, en esta ocasión obtuvo un triunfo inobjetable con algo más de 30 de millones de votos. Cifra inesperada para todos, incluso para las agencias encuestadoras que preveían un triunfo de Obrador, pero no de esa magnitud.

En las elecciones del año 2021 donde estaban en juego la renovación de la Cámara Baja del Congreso de la Unión (más algunos procesos concurrentes en estados de la república), el número de votos obtenido por los partidos oficialistas llegó a 23.24 millones de votos, correspondiendo a Morena 16.76 millones, lo que le significó una caída del 34.3% con respecto a 2018. Del total de votos emitidos, el 47.8% correspondieron a Morena y aliados, cifra menor al 53.5% del 2018. La caída de los votos a favor del grupo gobernante se refrendó con la respuesta ciudadana a la invitación a votar en las mesas de consulta para la revocación de mandato en abril de 2022, evento al que solo acudieron 16.5 millones de personas, 15 del total dieron su respaldo a López Obrador. Las tres ocasiones que los ciudadanos han tenido la oportunidad de manifestar su preferencia a López Obrador por medio de su voto, han marcado una tendencia a la baja al pasar de 30.11, 16.76 y 15.1 millones de votos.      

Numeralia de pobreza y desigualdad

Ha sido la pobreza y la desigualdad la principal bandera de gobierno de López Obrador, el eje central de su retórica y el ámbito social que más le ocupa, no tanto por un espíritu samaritano que no tiene, sino porque es la reserva de votos más importante para su causa. En el 2018 la palabra de Obrador representaba la promesa y el voto la esperanza, ahora hacia el 24 esa palabra no puede contra la realidad y aquel voto ya no tiene un asidero fuerte.

Aparentemente, los números favorecen a Obrador en este capítulo. De acuerdo con los informes que INEGI y CONEVAL ofrecen sobre el tema, en el lapso que va de 2018 a 2020 la pobreza total aumentó de 51.9 millones de personas a 55.7 millones, y dentro de este rango los pobres extremos pasaron de 8.7 a 10.8 millones de personas en 2020. Los sectores más castigados por el descenso en el nivel de vida fueron el sector de las mujeres y los indígenas, en el primer caso, el 42.6% de las mujeres estaba en situación de pobreza en 2018, dos años después el porcentaje creció a 44.4%, poco más de 29 millones de mujeres. En la población indígena las cifras fueron igualmente dramáticas al pasar del 70 al 73.2 por ciento. Siete de cada diez indígenas se encontraban en estado de pobreza en 2020, más menos 8.5 millones.

La información a la mano para el periodo del 2020 a lo que va del 2023 la provee el Consejo Nacional de la Política de Evaluación de Desarrollo Social (CONEVAL), en base a la información de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía (INEGI) -banco de información agregada y en detalle para el analista más exigente-, quien acaba de ofrecer el Índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP), indicador trimestral de la evolución del ingreso laboral y su relación con la canasta alimentaria, referido al  “…porcentaje de la población que no puede adquirir la canasta básica con el ingreso de su trabajo.”

De acuerdo con el informe de CONEVAL, la pobreza laboral presentó una disminución de 1.1 puntos porcentuales a nivel a nacional al pasar de 38.5% en el último trimestre de 2022 a 37.7% en el primero de 2023. Indicador reflejo del incremento en el ingreso corriente de las personas de los estratos bajos cuyo aporte principal proviene del trabajo con un 65.7% del total, más las transferencias y becas del gobierno, las remesas del exterior que representan el 17.2%, además de otras entradas monetarias por concepto de alquileres y rentas que completan el 100% del total. A ello han contribuido los incrementos reales del salario de los trabajadores, la creación de nuevos empleos y la apertura de pequeños negocios de las familias.

El impacto en la igualdad de la distribución del ingreso laboral ha dado resultados positivos puesto que los incrementos en los ingresos cápita se concentraron en el 20% de la población de menores ingresos, cuyo ingreso laboral real per cápita promedio pasó de 221.63 a 265.93 pesos del último trimestre de 2022 al primero del siguiente año. El Coeficiente de Gini, un indicador sensible a los cambios de largo plazo en las variables de ingreso por grupos de población mostró un cambio mínimo entre el ultimo y el primer trimestre de los años 2022 y 2023, aunque bajó una décima de punto porcentual en el lapso que va entre los primeros trimestres de los mismos años. En ambos casos el cambio es menor por cuanto lo que significa en términos de desigualdad, vale aclarar.    

Mi observación no es sin embargo compartida por quienes ven en el Informe CONEVAL-ENIGH 2022, un fenómeno de redistribución social como no se había visto en varias décadas (Jorge Zepeda Patterson, El País, 03/08/23). Con su estilo peculiar, -sí, pero no, no, pero sí-, el escritor y periodista, crítico útil de López Obrador, nos recuerda la consigna “primero los pobres”, objetivo que parecía inalcanzable -dice-, de modo que las cifras que ahora conocemos “tendrían que ser recibidas con alivio y esperanza” puesto que se encuentra en marcha un proceso de redistribución que López Obrador está consiguiendo, lo que parecía un sueño guajiro.

La imagen de profeta cumplidor que pinta Zepeda Patterson no era compartida aún antes por algunos de sus colegas. Jaime Guerrero Vázquez (El Economista, 17/02/23), apoyándose en datos de CONEVAL, sostenía que, a pesar de los recursos públicos crecientes para apoyar a la población pobre, Obrador “…no logrará sacar de la pobreza a una solo persona. No solo eso, al parecer hay una tendencia a incrementar el número de personas en pobreza y pobreza extrema”. El analista advertía que desde hace décadas los resultados de las políticas para combatir la pobreza han sido mínimos. Por su parte, Víctor Chávez (El Financiero, 15/03/23), señalaba que de 2018 a 2020 la pobreza había aumentado en 3.8 millones para llegar a 55.7 millones de personas, en el mismo periodo la pobreza extrema asciende a 10.8 millones de mexicanos, lo que representó un 24% en los primeros dos años de López Obrador.

Darinka Rodríguez (El País, 27/07/23/) se adentra en los detalles de la información de la edición 2022 de la ENIGH, de donde infiere cosas interesantes. Los ingresos de los hogares más pobres de México dependen mucho del exterior, es decir, de los apoyos del gobierno, el gasto social en pensiones, becas y otros rubros, más las remesas que constituyen el 17.2% de los ingresos monetarios, el resto proviene de las remuneraciones del trabajo. Este tipo de ingresos representan el 66% de las entradas monetarias de los hogares más pobres. De suprimir el apoyo el impacto sería enorme en las familias pobres. Técnicamente dicho, si al decil I le quitan el dinero que reciben por conceptos de ayuda, el ingreso familiar trimestral se cae a 4,392 pesos solamente. Quizás no sea un hallazgo, pero el juicio sobre la desigualdad que hace la autora es fuerte: “La diferencia de ingresos entre pobres y ricos es abismal”. Con cifras del año 2022 muestra “…que los hogares del decil I (los de menores ingresos) representan el 2.1% del ingreso corriente total, mientras que los del decil X (los más acaudalados) concentran el 31.5% de los ingresos.” Citando al Instituto de Estudios Sobre la Desigualdad, “El primero los pobres fue mentira”, según un directivo de dicho instituto. A lo que añade que en el 2022 los hogares más pobres reciben menos programas sociales que en el sexenio anterior y los más ricos reciben el triple, y en términos de la edición 2022 de la ENIGH, el monto de las transferencias promedio mensuales, de las personas de los hogares más ricos reciben cuatro veces más, 886 pesos en promedio, que las de los hogares pobres, 224 pesos.

Viridiana Ríos (El País, 03/08/23), analista política, doctora en gobierno, siguiendo la ruta marcada por el ENIGH 2022 con sus propios pasos, se dice asombrada por los resultados del Informe. Con los datos publicados por la ENIGH además de otros informes sobre pobreza alimentaria y patrimonial de CONEVAL, realizó un cálculo preliminar sobre el cambió de nivel de la pobreza en el sexenio de López Obrador. Encuentra, ahora sí asombroso, que la pobreza se redujo de 41.9 a 36.3% de la población, o sea, 5.1 millones de personas salieron de la pobreza entre 2018 y 2022: “Un mexicano cada 25 segundos”. La analista coincide con Zepeda Patterson en que la reducción de la pobreza laboral se debió a los incrementos salariales principalmente, aunque el ingreso corriente promedio creció también por los programas sociales y las remesas, causando que el “número de personas con ingresos inferiores a la línea de pobreza se redujera en 5.7 millones. También coincide con Patterson al recomendar a los críticos del gobierno de Obrador que reconsideren sus posturas.

Mi comentario

Como puede verse en los resúmenes que hemos hechos de los comentarios de algunos analistas acerca de los problemas de la pobreza y la desigualdad en México, no existe uniformidad en las valoraciones que dan a los resultados que ofrecen las agencias de gobierno encargadas de recabar información, ordenarla y publicarla para el uso de los públicos interesados. Las cifras son contundentes, mas no elocuentes. Las opiniones y resultados preliminares van desde las que vaticinan un rotundo fracaso a las políticas de López Obrador en este campo, hasta las que consideran el inicio de una senda de justicia distributiva largamente esperada. No solo habría que esperar estudios más completos sobre el tema, sino ver cómo evoluciona este supuesto hito justiciero, según lo califica Zepeda Patterson. Un detalle añadiría a lo señalado por los expertos, el Coeficiente de Gini es un indicador muy confiable en cuanto a la evolución de la desigualdad, en el caso que nos ocupa no ha mostrado cambios sensibles, lo cual significa que el peso relativo de las variables no se ha modificado en un contexto más general, aunque en el seno de algunos hogares se sienta que ha habido algún cambio. Sin embargo, aún esta posibilidad entra en duda cuando interpretamos la última gráfica del estudio de CONEVAL en donde se muestra el porcentaje de la población con ingreso laboral inferior al costo de la canasta alimentaria según entidad federativa.      

La gráfica a la que nos referimos no es tan precisa como los números, pero su colorido habla por sí solo. Se demarcan en un mapa de la república mexicana las 32 entidades federativas con un mismo color con cuatro tonalidades, cada tono indica un determinado rango de porcentajes de la población en pobreza laboral. Los rangos van de [0-25], [25-35], [35-45] y [45-75] puntos porcentuales. Los estados que caen en el primer rango indican que tienen una proporción de pobreza laboral menor, el tono de color en estos casos es más claro lo que implica lógicamente que el color intenso corresponde a las entidades con mayor índice de pobreza. Los estados con color más intenso son ocho, Zacatecas, Chiapas, Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Morelos, Puebla y Tlaxcala, todos gobernados por Morena. En el rango siguiente, de 25 a 35, cinco de nueve estados tienen un gobernante morenista -Tabasco, Campeche, Hidalgo, Michoacán, incluido San Luis Potosí del PV, el resto son del PAN y el PRI. En el rango con menores índices de pobreza laboral se localizan estados del centro y norte del país. La gráfica contiene dos mapas de México en momentos temporales distintos, uno de fines del año 22 y el otro de inicios del siguiente, los estados que no modificaron su estatus fueron las dos Bajas, Nuevo León y Jalisco; Chihuahua y Coahuila aparecen en el primer momento y salen al siguiente para dejar el lugar a Sinaloa y Colima. El número de entidades por rango no se modificó de un año a otro.

Una primera conclusión es que los cambios en las regiones de altos y bajos ingresos son mínimos, en los estados del medio unos bajan y otros suben, aunque tampoco se observan cambios importantes. La segunda es que los lugares donde la pobreza es más aguda cuya solución está más allá de las ayudas monetarias del gobierno, se concentran en la parte sur de la república, entidades donde Morena cuenta con una reserva de votos numerosa garantizada con 24 millones de ciudadanos registrados en el INE y por las ocho gubernaturas de Zacatecas, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Puebla, Morelos y Tlaxcala en manos de Morena, sin contar el vecino Tabasco.  

Las correlaciones que hemos hecho con los datos de pobreza y desigualdad, las cifras de votación en tres momentos distintos y los sitios de poder político bajo el dominio de López Obrador, son un acercamiento que no presume de rigor, aunque son relativamente confiables debido a que la información que manejamos proviene de fuentes oficiales.

Sea efectiva o no la reducción de la pobreza en México, esperemos lo sea, lo que nos interesa ahora es saber si el rendimiento político que Obrador espera de los apoyos que entrega al “pueblo bueno”, se verá cumplido, expectativa que podrá comprobarse con los resultados legales de las votaciones en el 2024. El aparato institucional y partidista al mando de Obrador es superior en recursos y organización al que tendrían las fuerzas sociales y políticas que se le oponen. Las masas populares, el sector que más valora los apoyos que reciben del gobierno, son las más agradecidas a la hora de emitir el voto. Sin embargo, algunos estudios han encontrado que las clases medias están adquiriendo identidad política a la hora de votar.

En un ensayo publicado por la Revista mexicana de opinión pública (enero-junio, 2022), “La clase media como identidad política en México: análisis de las elecciones de 2021”, investigación realizada por Francisco Abundis Luna y Lorenzo Terán Robles, enfocada a develar si la caída de la votación que sufrió Morena en esas elecciones se debió a los ciudadanos de las clases medias que no le ratificaron el voto del 2018 a López Obrador, fenómeno que no se podía explicar a primera vista en un país donde el efecto de clases en la votación suele ser más significativo en las clases bajas que en las medias y altas. Sin embargo, la hipótesis de trabajo se validó con las encuestas de salida al corroborar la importancia del voto de los sectores medios en el resultado de la votación, hecho que fue reconocido por Obrador cuando explicó la caída del voto de Morena culpando de racistas y clasistas a las clases medias que no votaron por su partido. La política divisionista y clasista que Obrador impuso desde que llegó al poder es la causa de que las clases medias y altas en México hayan adquirido identidad política, hecho inobjetable que ahora vemos en las marchas cívicas, plazas públicas y eventos políticos con miras hacia las elecciones presidenciales del 2024. Si bien, como dijimos, será con los resultados de las votaciones cuando podamos verificar si esta conversión tendrá efectos políticos, desde ahora podemos aventurar que los habrá debido a las causas que hemos expuesto, pero falta una más.

¿Por qué se enoja Obrador?

Para el INEGI alrededor del 40% de los mexicanos se encuentran en la clase media en sus dos niveles, baja y alta; un 20% pertenece a la clase alta y otro 40% a los estratos bajos. Estos números no tienen tranquilo a López Obrador puesto que alrededor del 60% de la población con identidad política no quiere que su indescifrable proyecto de nación continúe, no enumeraremos las razones todas, pero una de ellas es contundente para negar cualquier apoyo al gobierno 4T, los libros de texto. Ya lo decía Obrador cuando atacó a la clase media de “aspiracionistas sin escrúpulos”, producto del neoliberalismo o el neoporfirismo individualista y egoísta, por lo que se comprometió a crear una nueva clase media (ídem), tarea en la que se encuentra inmerso con el adoctrinamiento que pretende por medio de unos libros de texto burdamente ideologizados.

No fueron la inseguridad y la criminalidad desatada aun con el ejército en las calles, ni la corrupción que no puede con ella puesto que se da en su propio gobierno, tampoco el fracaso de sus mega obras costosas e inútiles que lo llevan a militarizarlas, además de que le importa muy poco el desastre en salud y educación e insiste en soluciones absurdas, no es nada de eso lo que le molesta, su desquicio se debe a la pérdida de control del proceso político que tenía en sus manos hasta que Xóchitl Gálvez Ruiz apareció en el escenario electoral del 2024. Un Obrador confiado presumía su férreo control en la familia y envalentonado se atrevía a proponer candidatos a la oposición. No le preocupaba el voto de los aspiracionistas, estaba convencido de que con los votos del hambre pastoreados por los 23 gobernadores que están a su servicio, bastaría para asegurar el triunfo en el 24, pero hete aquí que algo cambió que le hizo perder un poco más de la cordura que le queda.

La irrupción de la “Señora X” le descompuso la maquinaria de operaciones rumbo al 24. Los débitos de su gobierno, la patética imagen que muestran sus corcholatas, sobre todo la preferida, la efervescencia en su contra que están levantando los libros de texto, entre muchos problemas que no lo mortificaban, ahora se le han redimensionado en gravedad debido al efecto Xóchitl. La competitividad electoral de la oposición que antes no le inquietaba, hoy lo trae preocupado y de mal humor. No será tan fácil que gane a la limpia, tendrá que usar -y ya lo está haciendo- cualquier tipo de recursos para detener el ímpetu con que avanza el proyecto de la “Señora X”.

Si bien aún no es definitiva la candidatura de Xóchitl Gálvez, son muy pocos los que en el medio político creen que otros aspirantes del frente opositor tienen igual o mayores posibilidades de ganar que la senadora de Colima. Sin embargo, lo que sí tiene mayor peso en las decisiones del FAM son las prioridades de las jerarquías de los partidos cuyas ambiciones personales en algunos dirigentes se pueden sobreponer a los intereses más generales de sus organizaciones. La decisión no sería fácil puesto que además de condenar a su partido a una segura derrota, lo exponen a perder el registro. Ahora bien, si aun así cierran el camino a la única posibilidad de triunfo, lo que resta pensar es que la debacle anunciada sería como resultado de una negociación con López Obrador.

¿Qué tan legal es el optimismo de López Obrador?

¡Claro que no lo es! Su intromisión en los procesos de su partido y los de la oposición a propósito de los nombramientos de coordinaciones internas de cada parte, es incuestionable en el suyo propio como en los trabajos que el frente opositor realiza. Los hechos ilegales son tan evidentes que aun el INE, ahora inclinado hacia Obrador, y no se diga el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), han reconvenido al presidente para que no se entrometa en los asuntos partidistas, sin embargo, lo sigue y seguirá haciendo. Si bien no se puede sostener que sean asuntos de la mayor gravedad, si muestran una actitud que no cambiará a lo largo del proceso electoral. Llegado el caso, si los resultados en las urnas no favorecieran a Morena, Obrador hará cualquier cosa, legal o ilegal, para que no le quiten el poder de las manos. La madre de todas las batallas habrá llegado.


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