Cuando todavía no nos habíamos recuperado de la ruptura entre Tamara Falcó e Iñigo Onieva, Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler decidían poner punto y final a sus ocho años de amor a finales del pasado mes de diciembre. Ella achacó la ruptura a los supuestos celos del literato, mientras que el entorno del nobel citaba la excesiva presión mediática como la causa última de la separación.
Más adelante, en el cuento ‘Los vientos’, que se ha publicado de forma íntegra, el escritor peruano trufaba varios fragmentos con referencias que se pueden interpretar como dardos a su noviazgo con la filipina y a su ex, Patricia Llosa, con la que compartió cinco décadas de su vida y tres hijos. «Todas las noches, parece mentira, desde que cometí la locura de abandonarla pienso en ella y me asaltan los remordimientos. Creo que solo una cosa hice mal en la vida: abandonar a Carmencita por una mujer que no valía la pena», se puede leer en el relato, entre otras muchas perlas.
Ahora la ‘respuesta’ de Isabel Preysler a las duras palabras del escritor llega en un artículo que publica ‘ABC’ y firma la periodista Pilar Vidal, en el que pese a que aporta (jugosa) información ‘off the record’ sin citar a la fuente, muchos han visto la mano de la madre de la marquesa de Griñón.
En dicho artículo sorprende, por ejemplo, la información de que la ‘reina de corazones’ estuvo a punto terminar su relación con Vargas Llosa hace dos años, pero la avanzada edad del escritor evitó que tomara esa decisión, ya que «le daba pena abandonarle», debido a que le preocupaba «que no estuviera bien cuidado».
¿Qué le hizo finalmente tomar entonces esa decisión?
Según Vidal, la gota que colmó el vaso fue la «soberbia» del literato, que primero no se disculpó con su pareja por abandonar su hogar varios días sin previo aviso y después le reprochó «tomarse demasiadas libertades» tras regresar de una fiesta, por un compromiso profesional, a la que había acudido acompañada de su hija Ana Boyer.
Más allá del mero hecho del fin de su relación sentimental, el texto desvela numerosas intimidades hasta ahora desconocidas del día a día de Vargas Llosa durante los años que pasó junto a Isabel Presyler, como que él le pedía a ella que le arropase cada noche y le diese un beso con la luz apagada. También se comenta cómo desplegó sus «armas de seducción masiva» para seducirla cuando todavía no estaba divorciado oficialmente.
También describe su rutina, que arrancaba a las cinco de la mañana cuando se despertaba para escribir, y en la que contaba con un mayordomo que le preparaba la ropa y le ayudaba a vestirse.
También se menciona que, pese a que el nobel ha criticado las rutinas de belleza de la que fuera su pareja y de Tamara Falcó, él también era asiduo a ellas. «La peluquera de Isabel le formula una mezcla mágica para mantener su cabello cano perfecto. Le hacían un champú y un fijador especial para él. Era asiduo a la manicura y pedicura cada sábado en casa de Isabel», se puede leer en el artículo, en el que también se menciona que estaba «obsesionado por su peso».
Por conocer, hemos conocido hasta en qué consistía cada día su desayuno favorito: café con leche, un gran bol de muesli con leche y miel y un vaso de zumo de naranja recién exprimida, así como papaya, su fruta favorita. Lentejas con chorizo o bizcocho casero eran otras de sus pasiones gastronómicas en la que hasta hace poco era su residencia.
El artículo ha encontrado ya reacciones como la de Federico Jiménez Losantos, que desde los micrófonos de su programa de radio asegura que «parece dictado por la propia Isabel Preysler» y que ha calificado como «de lo mas inexacto, asqueroso, absurdo y ofensivo que he leído en mucho tiempo. Una mezcla de ingratitud y malevolencia».
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